El final de Una casa llena de dinamita, la nueva película de Kathryn Bigelow, es de esos que te deja pensando un buen rato después de que salgan los títulos de crédito. En su primer largometraje en ocho años, la ganadora del Oscar en 2010 por En Tierra Hostil nos brinda una historia que mantiene en vilo durante todo el metraje. Dos horas en las que la tensión impera, llegando hasta el punto de ser asfixiante ante una situación que no tiene nada de ficción.
ATENCIÓN, SPOILERS: Este artículo contiene detalles de la historia y el final de Una Casa llena de dinamita
Una casa llena de dinamita, disponible en Netflix desde el pasado viernes, mete de lleno al espectador en una trama en la que un único misil de origen desconocido a Estados Unidos da origen a una carrera para determinar quién es el responsable y cómo responder.
El filme es un thriller que presenta un escenario de lo más aterrador por el hecho de que es perfectamente plausible. A través de varios segmentos en los que se sigue a personas del gobierno de Estados Unidos, altos mandos militares y agencias de inteligencia, se explora la historia desde varios puntos de vista.
Gracias a un elenco de lujo que cuenta con Rebecca Ferguson, Idris Elba, Jared Harris, Jason Clarke, Gabriel Basso, Anthony Ramos y Tracy Letts, entre otros, el drama del guion de Una casa llena de dinamita se ve potenciado.
La película juega con la incertidumbre

Lo que comienza como un día aparentemente normal para los implicados, se torna rápidamente en pesadilla cuando dicho misil empieza a seguirse en el radar rumbo a Estados Unidos. Desde ese mismo instante, empieza a reinar la confusión, la cual da paso al pánico ante la inminencia del impacto del proyectil en suelo estadounidense.
Bigelow y el guionista Noah Oppenheim son muy hábiles añadiendo tensión a una situación que ya de por sí la tiene. A destacar, la confusión que reina entre los conocedores del ataque, llamadas telefónicas que deliberadamente se oyen a lo lejos, gente que apremia a otra ante el desconocimiento de lo que está sucediendo, y lo más importante, es que hasta el último segmento no se ve al presidente interpretado por Elba.
Hasta su final, Una casa llena de dinamita te mantiene en vilo, haciéndote pensar en cómo actuarías estando en semejante tesitura. La película navega para sus protagonistas entre el miedo y la decisión de tomar represalias por un ataque del que ni siquiera se sabe su procedencia. Como es lógico, para esto último hay partidarios y detractores, siendo en última instancia el presidente quien debe dar órdenes de qué hacer.
El final de Una casa llena de dinamita queda abierto a la interpretación

La película deja claro que todos los esfuerzos por detener el misil son infructuosos, siendo inevitable que impacte en Chicago. Ante este escenario, no se sabe si es un ataque aislado o puede ser el inicio de una ofensiva a mayor escala, la cual se evitaría si Estados Unidos lanza su arsenal contra puntos estratégicos de otros países que se consideran los potenciales artífices. El problema de esto último es que, aunque da una oportunidad de no ser arrasado, supondría un alto coste de vidas humanas.
Toda una encrucijada, con el añadido de no disponer de datos suficientes para inclinarse en un sentido u otro. Nadie, por mucho poder que tenga, está preparado para tomar una decisión como esa. Es más, durante una conversación entre el presidente y el secretario de defensa Baker (Jared Harris), el primero le dice al segundo que cuando tomó posesión del cargo se le informó de cómo actuar en cualquier situación menos en una como esta, pues no se piensa que se vaya a dar.
¿Qué pasa con el personaje de Jared Harris al final de Una casa llena de dinamita?
Y hablando del personaje de Baker, en los minutos finales se produce una escena realmente impactante cuando este decide suicidarse. Lo hace básicamente porque no ve salida a lo que está ocurriendo, no pudiendo soportar que su hija Caroline (Kaitlyn Dever), quien vive en Chicago, vaya a morir de forma inminente. Después de la muerte de su esposa, el hombre no se imagina pasar de nuevo por una situación como esa, así que decide saltar desde lo alto de la azotea del edificio en el que iba a recogerle un helicóptero para llevarle a un lugar seguro.
Hasta ese punto puede llegar la desesperación de una persona cuando se siente acorralada, pero lo más terrorífico de esta situación es que Baker se quita la vida antes siquiera de que ocurra nada.
¿Podría ser un montaje?
Una casa llena de dinamita acaba sin saberse qué ocurre al final con el misil y sí Estados Unidos contraataca. Esta es una conclusión deliberadamente ambigua que queda a interpretación del espectador. En base a lo que se va contando, se puede decidir lo que sucede.
Desde el mismo instante en el que no hay constancia de que el proyectil impacta, cabe la posibilidad de que todo haya sido orquestado, formando parte de un plan de desestabilización. El hecho de que las contramedidas fallen al interceptar el misil deja abierta la puerta a que no exista, habiendo aparecido en el radar como parte de un hackeo para causar el pánico de Estados Unidos, obligarles a reaccionar y, en última instancia, que estos inicien un conflicto, como ya empieza a suceder cuando pasan a DEFCON 1.
Si Bigelow hubiese querido dejar claro que el misil es real, lo hubiese hecho, pero en su lugar lo que hace es crear la duda sobre la existencia del mismo, para así añadirle más terror a una posibilidad que no tiene nada de ficción.