El Samsung Galaxy S25 Edge ya está aquí, adelantándose la compañía surcoreana a Apple y al más que posible iPhone 17 Air en lo que parece la nueva moda de los smartphones Slim. A pesar de la novedad, la llegada del Samsung Galaxy S25 Edge plantea dudas sobre si merece la pena sobre, por ejemplo, el S25 base o Plus. Al final, un diseño tan compacto ha llevado a tener que hacer ciertos sacrificios en forma de recortes, sobre todo en la batería.
En un mercado tan lucrativo como el de los smartphones, las compañías siempre están buscando nuevas vías de negocio. Después de los móviles plegables, ahora parece ser el turno de los ultradelgados, siendo Samsung el primer fabricante de renombre en sacar un modelo al mercado.
Durante meses, ha habido una gran expectación por el Samsung S25 Edge, pero a la hora de revelar sus especificaciones, es evidente que viene con recortes. Si los smartphones eran hasta ahora todos más o menos del mismo grosor, no era por gusto, sino por necesidad para acomodar todos los componentes.
La batería es la gran damnificada en el Samsung Galaxy S25 Edge
Como teléfono de gama alta que es, el S25 Edge tiene especificaciones destacadas, como es el caso de la pantalla AMOLED LTPO de 6,7 pulgadas con resolución Quad HD+ con 120 Hz de tasa de refresco, idéntica a la del S25+. El procesador es idéntico al del resto de la gama S25, montando un Qualcomm Snapdragon 8 Elite, además de tener 12GB de RAM. Los materiales de construcción incluyen titanio para el marco y protección Gorilla Glass Armor 2.

Hasta aquí lo normal para un modelo de smartphone situado en el segmento premium, pero ser tan delgado viene con limitaciones. La principal es la batería de 3.900 mAh de capacidad, siendo sin ninguna duda la más baja entre la gama S25, cuyo modelo base tiene 4.000 mAh, el S25+ tiene 4900 mAh y el S25 Ultra alcanza los 5.000 mAh. Una concesión que no ha gustado a muchos y que puede ser un gran escollo a la hora de decantarse por el S25 Edge, pues además también repercute en que la carga rápida sea se 25W y no de 45W como en el Plus y el Ultra.
Las cámaras tampoco se libran
El otro gran sacrificio lo encontramos en el apartado fotográfico, con una configuración de dos cámaras en lugar de tres como en los otros S25. Un sensor principal de 200 MP que es el mismo que el del S25 Ultra y un ultra gran angular de 12 MP son las cámaras traseras del S25, por lo que nada de teleobjetivo.
Con todo ello, ¿merece la pena el Samsung S25 Edge?
Partiendo de la base de que el S25 Edge cuesta desde los 1.259 euros en su versión de 256 GB, este precio lo coloca por encima del S25 y el S25+, los cuales cuestan 899 euros y 1.079 euros, respectivamente.
Por tamaño de pantalla, lo más lógico es comparar el S25 Edge con el S25 Plus, siendo el primero casi 200 euros más caro. El caso es si el mero hecho de ser más delgado y el uso de mejores materiales como el titanio, así como la protección Gorilla, justifican esa diferencia de precio.
Esta claro que el S25 Edge prima el diseño, teniendo un grosor de 5,8 mm por los 7,3 mm del S25+. Milímetro y medio de diferencia, además de un peso de 163 gramos son las principales virtudes del S25 Edge.

Aquí ya entran los gustos de cada uno, pero la única razón para apostar por S25 Edge es la estética, debiendo sacrificar para ello en batería y en cámaras. Costando bastante más que el S25+ y ni que decir tiene que el S25, es difícil encontrar argumentos a favor del S25 Edge más allá de su manejabilidad para pensar que merezca la pena ese desembolso extra.